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quarta-feira, 10 de abril de 2013

NOTÍCIAS DO BRASIL

Deu no El País:
 
Me imagino a los dos jóvenes, él, francés de 22 años y ella americana de 21, enamorados, alquilando felices un piso en Rio de Janeiro, la “ciudad maravillosa".
Y me los imagino hundidos en la mayor de las humillaciones, cuando el 30 del mes pasado, vivieron aquel calvario, de verse, en pleno centro de Río, dentro de un minibús que habían tomado para ir a divertirse a la Lapa, el centro de la movida carioca, masacrados y humillados.
Ella, la chica, fue estuprada repetidamente. Él, dejado sin sentido tras haber sido golpeado con una barra de hierro. 
Hoy leo que hubo aún más.
¿Más?
Las humillaciones a la pareja de enamorados no acabaron allí. Tras la joven, violada y humillada ante los ojos de su chico, haber sufrido lo que sufrió, tuvo que cargar aún con el desprecio de sus verdugos que llegaron a llevar a cabo la peor de las humillaciones.
Cuando pasaban por el barrio de São Gonçalo, intentaron “vender a la joven” a un sujeto que al examinarla y ver que ya había sido aquella noche repetidamente estuprada “haciendo un gesto de asco” se limitó a decir que estaba "muito estragada”. La palabra “estragada” se usa, por ejemplo para decir que una carne ya huele mal.
Y no paró ahí. El delegado de policía, Gilberto Stivanello, de la Comisaría de Protección a los Adolescentes, que ha revelado el episodio, cuenta que después que el sujeto había expresado con asco que no compraba a la joven porque estaba “estragada”, los que intentaban vender a la chica “se rieron a carcajadas”.
Parece imposible que alguien como yo que lleva ya muchos años a las espaldas, 50 de ellos dedicados al periodismo, pueda aún extrañarse de alguna de las maldades y fechorías llevadas a cabo por ese horror que somos la raza humana.
Juro, sin embargo, que al leer esta noticia de hoy, día 9 de abril, y viviendo aquí en Río, y pensando en mi hija que ama a esta ciudad donde tuvo lugar el calvario de esos dos jóvenes, me costó no llorar.
De vergüenza y de horror, al tocar con mano que la degradación espiritual a la que puede llegar el ser más inteligente de la creación, es un pozo sin fondo.
No lo oculto. Tengo hoy ganas de vomitar. Sí, de asco, de pena y de mil cosas más.
¿Por qué se lo cuento?
No lo se.
Quizás esa degradación moral, nos ayude a todos a pensar en esos dos jóvenes, que podían haber sido nuestros hijos.
Matar es un crimen. Violentar a una joven inocente y desarmada, lo es más si cabe. Ahora, intentar después venderla y al ver su cuerpo ya ajado, burlarse de ella, es un crimen sin perdón.
A ellos, a los dos jóvenes torturados y despreciados, física y moralmente, mi abrazo de amistad y perdón.
Al final, todos somos, de alguna forma, culpables del horror del mundo, que parece no tener
límites.
 
Juan Arias - El País (correspondente no Brasil)

2 comentários:

Anônimo disse...

Zelador,

Essa degradação da humanidade está tão disseminada que, muitas vezes, deixa de nos tocar.
O que me espanta - e desanima - é que esse horror é tipicamente brasileiro. Posso estar errado, mas somos mais grosseiros, mais egocêntricos, mais agressivos e sem educação do que a população de outros países com semelhante nível de (sub)desenvolvimento.
Não estou nem tentando comparar o Brasil com os países nórdicos, com a Suíça ou com a Nova Zelândia. Coloco nossa perfídia - nossa como país - ao lado de outros latinos e vejo que chegamos, a cada dia, mais perto do fundo do poço. Somos piores que nossos vizinhos.
E o pior é nossa passividade, nossos olhos fechados à degradação da humanidade em terrae brasilis.
Parece que não nos diz respeito, os governos entram e saem e tudo continua igual e o Rio continua a ser a "cidade maravilhosa".
Preferimos nos indignar com um religioso que expõe publicamente suas opiniões na Câmara dos Deputados - lamentáveis, diga-se - do que voltar as baterias contra os mensaleiros, a criminalidade que nos assola e os péssimos níveis de educação, saúde e acesso à justiça. Nossa cidadania está jogada às traças, quase um nada, e preferimos atacar problemas que são, essencialmente, insignificantes. É que o brasileiro adora ser "moderninho".
Usássemos esse nosso poder de mobilização contra o nosso desamparo público, contra nosso abandono pelo Estado, estaríamos ombreando com as nações mais desenvolvidas.
Somos intolerantes contra insignificâncias e tolerantes em face de barbáries.
Somos brasileiros e estamos arruinando o Brasil.

Laissez Faire

Edson Riera disse...

Laissez Faire,

Lamentável situação.Banalização dos crimes. Esse com menina americana no Rio, foi hediondo. Creio que erradamente pensando (como pai)não descartaria a justiça pelas proprias mãos. Deus que me perdoe por ter pensado assim.
Zelador